Barricadas a Go-Go. Apuntes sobre la escena musical japonesa de 1968-1977, de Julio Cortés Morales.
Charlas con el autor y editores. Debate y Vermut. 12:30h. Ejemplares a la venta en la misma librería.
"El japonés más famoso de la historia de la música y cultura del “rock” no se hizo conocido en Japón sino que en Alemania Occidental: Damo Suzuki, con CAN, banda formada en la ciudad de Colonia en 1968, cuya nombre en sigla a veces se ha dicho que correspondía a Comunismo Anarquía Nihilismo ¿será verdad? Lo que sí es verdad es que en los inicios de sus andanzas el público alemán se reía de ellos porque no sonaban como el modelo de banda anglosajona de rock and roll, y les decían los “Can´t” —o sea, los “no les sale”, o algo así.
Algo similar podemos decir de la japonesa más famosa: Yoko Ono, que se empezó a hacer conocida en Nueva York por su asociación con John Cage y el movimiento Fluxus de George Maciunas en la primera mitad de los 60, antes de hacerse archifamosa (y hasta odiada) por su relación con su tercer esposo: John Lennon de los Beatles, olvidando en general que Ono venía trabajando en el mundo del arte de vanguardia desde hace unos cuantos años.
Por supuesto que todos amamos a CAN con o sin Damo, y los camaradas de The Fall hasta cantaron sobre “ser Damo Suzuki” en un simpático álbum de los 80 (“I am Damo Suzuki”, en el álbum This nation´s saving grace, de 1985), y reconocemos la importancia de ciertos artefactos de Ono/Lennon como el álbum Fly (de 1971).
Pero ahora no queremos hablar de eso, sino que trasladarnos a la siguiente escena: el Japón de principios/mediados/fines de los 70, la década que a nivel global combustionó lento y sin parar desde el impresionante trienio 1967/8/9 hasta su explosión final hacia 1977, seguido de una derrota total que tal vez nunca se expresó más claro que en el orwelliano 1984, y después, 1989 (¡según algunos el 89 fue el 68 al revés!). En esta mitología destacan también los años 1971 (“estamos celebrando los 100 años de la Comuna de París” decían los de la Angry Brigade en algunos comunicados reivindicando atentados explosivos), 1973 (fracaso de la “vía pacífica al socialismo” en Chile, de la cual se sacaron lecciones tanto en el campo reformista como en el revolucionario), y cabe señalar que el 77 tenía un significado especial tanto para los punks como para los rastafaris (que creían que el Armagedón se iba a desatar el 7 del 07 del 77), como también para los comunistas radicales influenciados por Amadeo Bordiga, que según cuenta Francesco Santini en Apocalipsis y sobrevivencia profetizaban la revolución proletaria para ese año.
Poco es lo que se sabe de esa historia. Ni en su versión “artística” ni en si versión “política”. Menos aún, en la perspectiva combinada, o sea, mirándola desde “el punto de vista de la totalidad”. O, como decían otros camaradas, desde una “crítica unitaria del mundo”, es decir, “una crítica pronunciada globalmente contra todas las zonas geográficas donde se haya instalado algún poder socioeconómico separado y contra todos los aspectos de la vida”.
Este texto intenta aportar a una reconstrucción del ambiente revolucionario de esos tiempos, centrándose en Japón, con sus tormentas de feed-back y barricadas a-go-go, empleando un concepto de “escena” que integra y supera la distinción entre arte y política."